En el siglo XIX existía una gran diferencia entre la vida en el campo y la ciudad en España. Emilia Pardo Bazán, una de las pocas autoras reconocidas de Galicia, trató sobre todo de temas y problemas que tenían que ver con la región. Escogiendo su región y ciudad natal como lugar de sus novelas, tenía un gran grado de consciencia por haber vivido en los diferentes lugares de que tratan sus novelas. Pero aparte de eso, también habló de tabús como el papel y la independencia de la mujer, la corrupción política y la desigualdad de los géneros. En su novela "Los Pazos de Ulloa", presenta el enfrentamiento de la zona urbana y rural de Galicia. Sirve como presentación y critica de la España del siglo XIX con su situación política, social y económica.
La novela fue publicada en el año 1886, un tiempo marcado por crisis y muchos cambios, ya que España tenía que enfrentarse al proceso de modernización que ya había sucedido en otros países europeos, sin estar propiamente preparado. De allí, surgieron muchas tensiones que influyeron en la vida de la población. Esa situación se refleja en la novela, que representa la vida descuidada de la aristocracia rural gallega y los tensiones que surgen del enfrentamiento de los dos mundos completamente contrarios del campo rural tradicional y del mundo urbano moderno.
"Los Pazos de Ulloa", se considera por la crítica no solo como su mejor novela, sino también como una de las que reflejan con mayor evidencia la adopción de la doctrina naturalista (Villanueva, 1984: 121). “La aldea, cuando se cría uno en ella y no sale de allí jamás, envilece, empobrece y embrutece” (Pardo Bazán 2016: 113), una frase, extraída de la novela, muestra los pensamientos del protagonista Julián durante su primera noche en los Pazos y ya indica el carácter bruto del campo que convierte a sus habitantes en bestias.
Ese trabajo trata de exponer la influencia naturalista en la obra, con el fin de demostrar que la naturaleza es la fuerza que embrutece y animaliza a los seres humanos, que son demasiados débiles para enfrentarse con ella.
Índice
1. INTRODUCCIÓN
2. ELNATURALISMO
2.1 CONTEXTOHISTÓRICO : ESPAÑAENELSIGLOXIX
2.2 ELNATURALISMOEN FRANCIA
2.3 ELNATURALISMOEN ESPAÑA
3. ELNATURALISMOEN LOS PAZOS DE ULLOA
3.1 LOSPERSONAJES
4.1 ELESPACIODELCAMPO
4.2 ELESPACIODELACIUDAD
4. CONCLUSIÓN
5. BIBLIOGRAFÍA
1. Introducción
En el siglo XIX existía una gran diferencia entre la vida en el campo y la ciudad en España. Emilia Pardo Bazán, una de las pocas autoras reconocidas de Galicia, trató sobre todo de temas y problemas que tenían que ver con la región. Escogiendo su región y ciudad natal como lugar de sus novelas, tenía un gran grado de consciencia por haber vivido en los diferentes lugares de que tratan sus novelas. Pero aparte de eso, también habló de tabús como el papel y la independencia de la mujer, la corrupción política y la desigualdad de los géneros. En su novela Los Pazos de Ulloa, presenta el enfrentamiento de la zona urbana y rural de Galicia. Sirve como presentación y critica de la España del siglo XIX con su situación política, social y económica. La novela fue publicada en el año 1886, un tiempo marcado por crisis y muchos cambios, ya que España tenía que enfrentarse al proceso de modernización que ya había sucedido en otros países europeos, sin estar propiamente preparado. De allí, surgieron muchas tensiones que influyeron en la vida de la población. Esa situación se refleja en la novela, que representa la vida descuidada de la aristocracia rural gallega y los tensiones que surgen del enfrentamiento de los dos mundos completamente contrarios del campo rural tradicional y del mundo urbano moderno.
La actitud de Emilia Pardo Bazán hacia la corriente naturalista consiste en admiración y crítica al mismo tiempo. Aunque ella nunca se declaró como naturalista, tenía cierta admiración por la corriente francesa, que también surgió de su contacto con el escritor naturalista Émile Zola. Sin embargo, en sus obras ella no dejó de declarar sus objeciones anti naturalistas. Desde su punto de vista católica española “cree en […] la posibilidad de la salvación y rehabilitación del individuo” (Bravo-Villasante: 75) y negaba sus bases deterministas. Pero, aunque la autora negaba la influencia naturalista en sus obras, algunas de estas se consideran como novelas naturalistas y a pesar de su catolicismo, se puede observar el uso frecuente de elementos naturalistas.
Los Pazos de Ulloa, se considera por la crítica no solo como su mejor novela, sino también como una de las que reflejan con mayor evidencia la adopción de la doctrina naturalista (Villanueva, 1984: 121). “La aldea, cuando se cría uno en ella y no sale de allí jamás, envilece, empobrece y embrutece” (Pardo Bazán 2016: 113), una frase, extraída de la novela, muestra los pensamientos del protagonista Julián durante su primera noche en los Pazos y ya indica el carácter bruto del campo que convierte a sus habitantes en bestias.
Ese trabajo trata de exponer la influencia naturalista en la obra, con el fin de demostrar que la naturaleza es la fuerza que embrutece y animaliza a los seres humanos, que son demasiados débiles para enfrentarse con ella. Primeramente, se da una introducción al contexto histórico del siglo XIX en España para exponer el naturalismo de Francia y España después. A continuación, se analiza la forma en que se presenta el naturalismo en la novela. Siguiendo, se presentan las características de los espacios campo-ciudad, para dar una respuesta a la pregunta si es una novela típica del naturalismo o no.
2. El Naturalismo
2.1 Contexto Histórico: España en el Siglo XIX
El naturalismo se estableció a mediados del siglo XIX en España. En este tiempo, el país experimentó varios cambios políticos, económicos y sociales. Al final del siglo XVIII, España era un país esencialmente rural, dominado por la agricultura. Pero con los cambios que trajo la industrialización, la agricultura establecida empezó a transformarse en una industria moderna lo que causó la división entre las ciudades y el campo, dos espacios económicamente complementarios. Mientras que en las ciudades se establecieron fábricas para la producción, en el campo se mantenía el sector agrícola. Así, los espacios urbanos experimentaron un fuerte crecimiento poblacional y mucha gente del campo se fue a vivir en las ciudades (Marti, 2001: 56).
En el ámbito de la política, frecuentemente se emplea el término de “dos Españas” para denominar la situación en el siglo XIX. Hace referencia a la oposición de dos actitudes políticas, la liberal-progresista y la tradicionalista-conservadora, que provocó guerras civiles y contrarrevoluciones absolutistas (Quesada Marco, 1987: 127). Ocurrieron frecuentes cambios de gobierno y de esta manera se probó la debilidad de la conciencia nacional de los españoles. El reinado de Isabel II (1833-1868), se caracteriza sobre todo por el enfrentamiento entre liberales y carlistas, causando las tres guerras carlistas. En la segunda mitad del siglo tuvo lugar la Revolución de 1968, llamada “La Gloriosa”. El golpe militar tuvo como consecuencia el destronamiento de la reina Isabel II y el establecimiento de un gobierno provisional, en lo que el ejército tenía el poder. Por consiguiente, se estableció la Constitución de 1869, considerada la primera de carácter democrático de España. Se conservó la monarquía, pero en forma constitucional y se ampliaron los derechos individuales y el poder de las Cortes para controlar al gobierno. Un año después, en 1870, se proclamó Amadeo I de Saboya, hijo del rey de Italia Victor Manuel, como rey. Solo estaba al poder durante tres años y en 1873 tuvo que abdicar. Al mismo día se proclamó la primera República española. Pero debido a una fuerte debilidad política y cinco presidentes dentro de un año (1873-1874), siguió la restauración borbónica en 1874, con la proclamación de Alfonso XII, el hijo de Isabel, como rey (Pereira-Muro, 2015: 183). Sin embargo, la monarquía perdió pronto su popularidad y todo el proceso de la Revolución Industrial, aunque fue parecido a la del resto de Europa, no logró tener un gran desarrollo y la agricultura seguía siendo el sector más importante en la economía española. El régimen tampoco obtuvo gran estabilidad en este siglo, ya que el caciquismo y la burguesía no fueron tan determinante en España como en otros países europeos (Quesada Marco, 1987: 127).
En cuanto a la sociedad, se transformó en dos grupos sociales dominantes: la burguesía y el proletariado. La burguesía estaba formada por empresarios, dueños de fábricas y terratenientes y su orientación política era conservadora. El proletariado, la clase social más baja de los obreros y campesinos, intentaba defender sus intereses contra la burguesía. La industrialización del siglo XIX convirtió la burguesía en la nueva fuerza social dominante lo que llevaba a un predominio de valores burgueses sobre los espirituales y la iglesia católica perdió poder (Rojas Yedra, 2017:3).
2.2 El Naturalismo en Francia
El naturalismo es un movimiento artístico que surgió en el siglo XIX en Francia como continuación del realismo de manera más intensa y radical. Con el inicio de este movimiento, se desarrolló una nueva forma de ver la vida y de reaccionar a acontecimientos políticos, sociales y económicos. Históricamente se relaciona con la emergencia de la nueva clase social de la burguesía y el inicio del capitalismo liberal. Como reacción contra el romanticismo marca la ruptura definitiva con este movimiento literario en Europa, ya que tiene como objetivo la búsqueda de la verdad mediante el empleo de métodos científicos, como la observación, documentación y la experimentación (Oleza, 2002: 37).
Fue el escritor y periodista Émile Zola (1840-1902), quien inició la corriente literaria en Francia. Después se extendió a toda Europa y en la segunda mitad del siglo XIX llegó a España. Hasta entonces, la novela se basaba de mayor parte en la imaginación, así que Zola tenía como objetivo convertirla en una ciencia, utilizando métodos científicos y basándola en la fisiología (Alborg, 1999: 140). Zola empezó a emplear la terminología por primera vez en el prólogo de la segunda edición de Thèrese Raquin (1867), que se considera la primera novela naturalista. El autor utilizó la palabra para hacer referencia a una estética literaria que toma como objeto principal la verdad objetiva, producto de la observación. La obra de Zola fue influida por la corriente filosófica positivista y el determinismo que se orientaba a la selectividad de las especies de Darwin (López Jiménez, 1977: 7). Así aplicó las leyes de la herencia a la realidad humana. Además, el carácter original de la novelista fue influido por otros autores inmediatos o anteriores como Flaubert, declarando su novela Madame Bovary (1857) “arquetipo de la novela naturalista” (ibíd. 8).
La característica principal de la corriente naturalista es que la naturaleza se considera como único referente de la realidad. Pretende reproducir la realidad de manera más objetiva y documental posible y así expone tanto los aspectos sublimes y bellos, como los más feos, vulgares y oscuros, de la forma en la que realmente ocurren . Su objetivo era mostrar la realidad de una forma más radical que el realismo. El movimiento se fijó sobre todo en la realidad y el retrato de las clases sociales más desfavorecidas, exponiendo sus problemas. De este modo, la novela naturalista se centra sobre todo en temas como la miseria social, la corrupción política, el racismo o el vicio, aunque la clase elevada aparezca en varias ocasiones (ibíd. 10).
Aparte de eso, el naturalismo está influido por la doctrina filosófica del determinismo. El determinismo se basa en la teoría introducida por Charles Darwin que describe “la ley de transmisión hereditaria, la selección natural [y] la lucha por la existencia”, considerando que todos los acontecimientos están causalmente determinados (Rojas Yedra, 2017: 4). Así, la genética del individuo determina su futuro vida igual que su entorno social y material, así que no depende de la voluntad del ser humano. Siguiendo esa filosofía, los personajes en la novela naturalista no suelen tener esperanzas, a pesar de tener sueños o problemas, realmente no hacen nada para que cambie su situación. Esa fijación en los aspectos negativos de la vida tiene como consecuencia un pesimismo fuerte que se puede encontrar en la literatura naturalista (López Jiménez, 1977: 9). Los seres humanos son presentados como “víctimas casi impotentes, pero conscientes del medio ambiente” (ibíd. 11), lo que quiere decir que no tienen ninguna posibilidad de escapar su destino. Igualmente está influido por otra corriente filosófica, la del positivismo. En el positivismo, se niega la parte espiritual del individuo, sus sentimientos e ideales, que son considerados productos del organismo. Los personajes en la novela naturalista se embrutecen a causa de sus entornos, el medio ambiente y su herencia fisiológica. Son presentados como personajes conducidos por sus instintos, comparable con los animales, pero sobre todo por el de la posesión sexual y del poder (ibíd. 9). Tomando esas dos corrientes como base teórica, se ve que el naturalismo de Zola tiene como objetivo la muestra de la “bestia humana por medio del instinto ciego y la concupiscencia desenfrenada” (Bravo-Villasante: 75). Por esta razón, el naturalismo niega toda influencia del mundo espiritual, sólo basándose de la observación del mundo externo.
Por último, el empleo de métodos científicos para retratar la realidad es típico del naturalismo. La primera fuente de información es la observación sistemática de los entornos. Eso lleva a otra característica que es la minuciosidad descriptiva de los naturalistas, tanto de los personajes, como de las situaciones y entornos. Surge de la necesidad de dar conocimientos sobre los aspectos físicos y los entornos que determinan el comportamiento de los personajes (López Jiménez, 1977: 11). Por esta razón, la distancia narrativa tiene un papel importante, ya que muchas veces solo se ve el hombre desde el exterior. El narrador naturalista suele describir situaciones en un tono impersonal, sin meterse en el mundo de los personajes y sus sentimientos, analizando y describiendo la sociedad de manera científica. Así solo se ven aspectos como el habla, la apariencia y los gestos del ser humano, lo que hace que está presentado de manera reducida y semejante a los animales (ibíd. 9)
2.3 El Naturalismo en España
Con la llegada de las obras de Zola a España, los escritores españoles tomaron posiciones opuestas. Algunos estaban en contra de la filosofía naturalista por mostrar la realidad con demasiada crudeza. Por eso, las primeras reacciones fueron negativas, ya que exclusivamente consideraron la inmoralidad del naturalismo (Oleza, 2002: 27). A partir de 1880, se empezaron a traducir las primeras novelas naturalistas. Autores conservadores, como Alarcón o Pereda, hablaron de la “obscenidad y grosería” de la escuela naturalista, mientras que los liberales lo aceptaron como “investigación de la verdad [y] observación de la realidad en su palpitación misma de modo científico” (ibíd.). Sin embargo, algunos autores adoptaron sus características y se fijaron en la observación científica de la realidad. Los principales autores españoles influidos por el naturalismo de Zola fueron Pérez Galdós, Pardo Bazán, Leopoldo Alas, Valdés o Blasco Ibáñez. La primera obra española relacionada con el naturalismo fue La desheredada (1881) escrito por Galdós, quien consolidó su adaptación del movimiento y también se unió a la revista naturalista Arte y letras. Otra obra importante relacionada con el naturalismo francés fue La cuestión palpitante de Emilia Pardo Bazán (1882), en la que la autora incluyó una serie de artículos sobre el naturalismo y sus procedentes, exponiendo y comentando las ideas de Zola (ibíd. 28).
Los autores españoles igual prestaban atención a los temas y aspectos feos de la sociedad, los estratos sociales más bajos, la precisión descriptiva de la realidad y la observación científica. Pero muchas veces, los límites entre naturalismo y realismo no se establecen tan claramente como en el naturalismo francés, ya que aspectos como el determinismo y el materialismo no se empleaban tan frecuentes en la España católica (Rojas Yedra, 2017: 5). Entonces, se contraponen idealismo y naturalismo, que está reflejado mediante el liberalismo y el tradicionalismo en la política española. Por eso, algunos intelectuales se ponen al lado naturalista, por oponerse al idealismo tradicionalista.
Aunque no se aceptaron todos los aspectos del naturalismo de Zola, los autores llegaron a establecer una manera que une materialismo e idealismo (Oleza, 2002: 29). El origen de esto surge de la filosofía krausista que comprende “el espíritu de tolerancia” de España hacia la nueva concepción cientifista (ibíd.). El krausismo con su espíritu de tolerancia indica una aceptación de las diferentes religiones, de la razón del hombre y de la conciencia, rechazando el autoritarismo. Fue por esa razón que los intelectuales españoles adaptaron el positivismo como búsqueda por “un sistema unitario del ser” (ibíd.), sin subordinar el espíritu a la materia. A diferencia del naturalismo francés, el naturalismo español subraya la libertad y voluntad del individuo, lo que muestra que está influenciado por el espiritualismo más que por el determinismo (López Jiménez, 1977: 13). Entonces, hay que destacar la dualidad que se establece entre el materialismo y el espiritualismo en el naturalismo español. Mientras que el naturalismo zolesco niega todas las influencias del espíritu, los autores españoles lo incluyen en sus obras (Oleza, 2002: 33).
Generalmente, se puede decir que se da por cierto grado el determinismo de ambiente y de herencia, aunque no se muestra de manera tan fuerte como en el naturalismo francés. Frecuentemente, se puede observar la animalización del hombre y su fijación en los instintos, pero normalmente es de manera menos brutal que en las obras de Zola. Es por eso que los autores se concentraban por mayor grado en el análisis psicológico de los personajes, lo que se encuentra sobre todo en las obras de Galdós y Clarín (ibíd. 30). Con la voluntad, los autores le dan al personaje un papel activo entre “la herencia, agente natural, y la sociedad, agente ambiental” (ibíd.). Entonces, la herencia y el medio ambiente es lo que forma al individuo, pero no se concibe como un círculo cerrado, como lo hace Zola, sino es más un proceso dinámico en el que el individuo se desarrolla mediante la interacción con su herencia y entorno, sin ser solo producto de ella (ibíd.)
En resumen, se puede decir que el naturalismo español acoge ciertas características del movimiento francés, sobre todo características externas, pero de manera más suavizada. Entonces, está influenciado por el de Zola, pero a causa de una cultura y un proceso histórico distinto al francés, los autores españoles tenían que encontrar sus propias formas de realizar el naturalismo.
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